ACTUALIDADES

martes, 13 de julio de 2010

La violencia afecta a la agricultura y a la ganadería en la frontera entre Estados Unidos y México

El hacendado mexicano Isidro Gutiérrez observaba molesto cómo un inspector estadounidense hacía marcas en el cuarto trasero de su novillo, indicando que no podía ser importado porque se trataba de una raza vulnerable a enfermedades.

Si las inspecciones del ganado fuesen hechas del otro lado del río Bravo, del lado mexicano de la frontera, el rechazo sería apenas un inconveniente. Pero la violencia del narcotráfico impide que los inspectores crucen la frontera, por lo que las revisiones se hacen del lado estadounidense y este tipo de situaciones generan grandes gastos. Gutiérrez debe pagarle ahora a intermediarios en ambos países y contratar un camión para que traiga de vuelta el animal.

"Sería más barato matarlo allí", expresó.

La violencia del narcotráfico en las comunidades fronterizas está afectando a hacendados y ganaderos, generando inseguridad, perjudicando la que podría ser la mejor cosecha en años y aumentando el peligro de que los cultivos se pudran en los campos.

Ganaderos como Gutiérrez tienen problemas para hacer llegar sus animales a los mercados. Agricultores acostumbrados a trabajar desde antes del amanecer hasta que cae la noche temen ahora estar en los campos en la oscuridad. Algunos son incluso obligados a pagar por protección, para no ser secuestrados y que no les roben sus cosechas.

"Hay miles de productores que trabajan todo el año para recoger el fruto de su esfuerzo, que es el único ingreso que tienen en todo el año. Hay que impedir las extorsiones", expresó Eugenio Hernández Flores, gobernador de Tamaulipas, estado mexicano fronterizo que incluye Nuevo Laredo, ciudad hermana de Laredo.

A fines del 2007, los militares mexicanos ingresaron a centros urbanos de la región oriental de la frontera, por donde los traficantes contrabandean drogas a Estados Unidos usando rutas que pasan cerca de Tamaulipas.

La presencia militar empujó a los traficantes a zonas ganaderas y agrícolas. La violencia se intensificó en febrero al estallar una guerra entre dos facciones de un cartel.

"Uno termina enfrentado con los traficantes", comentó un ganadero que pidió no ser identificado por temor a represalias. "En Tamaulipas los ganaderos y agricultores nos sentimos inseguros. No sabemos si mañana podremos seguir trabajando o si podremos regresar a casa".

Por el estado de Tamaulipas pasan buena parte de los productos que México exporta a Estados Unidos, a través de los cruces de Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo. El principal cultivo de la región es sorgo, un grano usado mayormente para alimentar animales. También se cultiva maíz, algodón y quingombó.

La violencia del narcotráfico obligó a cerrar durante seis semanas las estaciones de inspección de Reynosa y Nuevo Larezo recientemente. Los ganaderos tuvieron que llevar sus animales 160 kilómetros (100 millas) al noroeste. Los puestos de inspección reabrieron en mayo en sitios temporales en Estados Unidos.

Karla Regina Baeza, importadora que tiene a Gutiérrez entre sus clientes, dijo que casi se va a la quiebra cuando se suspendió el ingreso de animales a través de Laredo. Desde que se restableció, recuperó solo una parte de sus clientes.

Acostumbraba a traer al país entre 15 y 20 camiones con ganado por semana, en un lapso de cuatro semanas entre mayo y junio no trajo ninguno. Tuvo que despedir personal y reducir las horas de trabajo de los que retuvo. Integró una delegación mexicana que fue a Washington en junio para pedirle a las autoridades que designasen un inspector permanente y reanudasen las inspecciones en México.

No solo los animales rechazados deben volver a México, sino que los que son aceptados pierden peso, según Baeza. El sitio provisional de inspecciones en Laredo no cuenta con agua ni alimentos. El ganado pasa horas allí y baja de peso, algo grave en un negocio en el que los precios dependen precisamente del peso del animal.

De este modo, se reduce el margen de ganancias del ganadero, que de por sí es magro.

En otros sectores de Tamaulipas, los agricultores no saben si podrán sacarle el mayor provecho a la mejor cosecha de sorgo en años.

Debido a la violencia, no se puede enviar gente a las plantaciones en la oscuridad. Para colmo, el huracán Alex dejó caer mucha agua en partes del estado.

"Creo que vamos a poder recoger la mitad de la cosecha", expresó un prominente hacendado que pidió no ser identificado por razones de seguridad. "Esta gente no nos deja operar como tenemos que hacerlo y encima pasa esto (el huracán)".

Ahí no se acaba todo. Los operadores de las grandes maquinarias empleadas en la cosecha desisten de trabajar por miedo a ser atacados o a que les roben su costoso equipo.

Los delincuentes, por su parte, siguen ganando dinero. Algunos hacendados pagan por recibir protección y para que no les secuestren a sus empleados. Una mujer que exporta la planta medicinal aloe vera dice que su padre paga para que le dejen seguir funcionando.

"Todo el mundo lo hace", afirmó en una entrevista en una fábrica de McAllen, Texas. También ella pidió no ser identificada por razones de seguridad.

En algunas regiones a los hacendados les cuesta encontrar camioneros que transporten sus productos porque a ellos también se les exige dinero para completar un trayecto sin ser robados. Un camionero entrevistado en McAllen dijo que la tarifa por productos perecederos como pescado es más alta.

Algunos hacendados instalan a sus familias del lado estadounidense del río Bravo para que no corran riesgos. Pero el temor es tal que muchos consideran irse y dejar haciendas que sus familias han operado por generaciones.

"Pero, ¿a quién le vendes tu propiedad?", preguntó un hacendado que vive en Estados Unidos.

El mes pasado, José Mario Guajardo, propietario de un negocio de insumos de agricultura de la localidad fronteriza de Valle Hermoso, fue asesinado a tiros junto con su hijo y un empleado. Guajardo se había postulado a alcalde y, según allegados, había recibido amenazas.

Las autoridades han aumentado la cantidad de agentes que patrullan el área durante la época de cosechas.

C. Parr Rosson, economista de la Texas A&M University, dice que si la violencia continúa, "mucha gente podría buscar otras cosas que hacer en los próximos dos o tres años", en zonas más tranquilas.

fuente: Associated Press - univision.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario